El pasado 23 de octubre, a las 10:56 h. (hora española), todos los que amamos las motos sentimos un vacío en el corazón: nos había dejado Marco Simoncelli, el polémico y carismático #58, uno de los nuestros. Todo ocurrió cuando apenas se llevaban disputadas dos vueltas del GP de Malasia de Moto GP, cuando el piloto del equipo Honda Gresini se fue al suelo y fue atropellado por las motos de Colin Edwards y Valentino Rossi. El impacto fue tan brutal que el casco del italiano salió despedido. Los sanitarios intervinieron rápidamente, pero las heridas sufridas por el de Cattolica, en la cabeza, el cuello y el tórax eran demasiado graves, y tras 45 minutos de reanimación se certificó su fallecimiento. De esta manera se completó una semana negra para el mundo del motor, ya que el domingo anterior (16 de octubre) falleció el bicampeón de la Indy Car, Dan Wheldon. El británico se vio implicado en un choque con 15 coches en la carrera de Las Vegas, donde algunos coches acabaron en llamas y varios pilotos saltaron por los aires, incluido Wheldon; y no pudo superar las múltiples lesiones causadas por la colisión. Fue la mayor tragedia de la historia de esta carrera.
Lo ocurrido en Malasia nos hace remontarnos a hace poco más de un año, en Misano, donde falleció el piloto japonés Shoya Tomizawa, de 19 años. En la undécima vuelta de la carrera de Moto2, el de Chiba perdió el control de la moto y se fue al suelo al derrapar la rueda trasera y fue envestido por Álex de Angelis y Scott Redding. Su muerte se confirmó pasadas las dos de la tarde y fue polémica la decisión de Dorna de no suspender la carrera de MotoGP tras el grave incidente, pero su presidente, Carmelo Ezpeleta, se defendió de las críticas diciendo que no tenían confirmación de la muerte del japonés y debían ''seguir adelante''. No quiero dejar pasar la oportunidad de recordar a otro grande que perdió la vida en el campo de batalla, Daijiro Kato. El japonés sufrió una grave caída en Suzuka en 2003, y tras permanecer dos semanas en coma, falleció de una parada cardíaca. Todavía emociona recordar a Sete Gibernau, el que era por aquel entonces su compañero de equipo, dedicarle la victoria en el GP de Sudáfrica.
Con su fallecimiento, el italiano pasa a engrosar la lista negra del motociclismo. Desde que empezaran los Grandes Premios en 1949, 41 pilotos han perdido la vida haciendo lo que más les gustaba: subirse encima de una moto y competir. Kato, Tomizawa y Simoncelli, entre otros, forman parte ya de la leyenda, son guerreros que se cruzaron en el camino del destino, cuyos designios son siempre inescrutables. En el caso del #58 el destino fue todavía más cruel ya que Sepang fue también el circuito donde consiguió su mayor logro como piloto: el título mundial de 250 cc. en 2008, logrado tras una encarnizada lucha con el español Álvaro Bautista. Todo esto no importa, ha pasado a segundo plano, igual que las críticas recibidas este año por su pilotaje agresivo y la polémica maniobra con Pedrosa en Le Mans que le costó al catalán una fractura de clavícula.
Ahora todos nos preguntamos y os lo traslado a vosotros... ¿Qué pudo fallar? ¿Por qué salió el casco disparado? ¿Lo llevaba mal abrochado? ¿Pudo influir la frondosa melena del italiano? ¿Qué se podría haber hecho por evitar esta tragedia? ¿Creéis que las medidas de seguridad en los circuitos son suficientes o habría que mejorarlas? Lo único que nos queda es celebrar el próximo 6 de noviembre un mágico GP de la Comunidad Valenciana y dedicárselo a Marco y a todos los que han dado su vida por las motos.
¡Hasta pronto!